Por lo general, cuando se inicia un proyecto se hace con la esperanza de algo nuevo, con muy buenos augurios, sin embargo, no sabemos por dónde empezar, porque tenemos muchas ganas, entonces comenzamos por lo que consideramos más urgente, sin darnos cuenta que quizás, postergamos lo más importante.
Esos inicios nos llevan a un período de desorden incontrolado, donde la ejecución está en su máximo esplendor; contratamos a los diferentes proveedores y no todos cumplen como dijeron. El alcance sigue sin definirse y cambia frecuentemente.
Definitivamente, el tiempo no es aliado, no cumplimos las fechas de entrega, seguimos recibiendo cobros por trabajos no considerados y el presupuesto se agota cuando aún no hemos logrado ni el 70% de avance, además hay problemas con la calidad de los trabajos efectuados.
Se presentan amenazas, agresiones, intrigas, acusaciones y desesperación. Decidimos despedir a los proveedores e integrantes que menos culpa tienen y buscamos terminar el proyecto a como dé lugar, con trabajos forzados, unos encima de otros, noches, tiempo extra, sábados y domingos, desgaste, presión, promesas, y más presión,
Después viene la condecoración y premios a los no participantes.
¿Se identifica con algunas de estas? Si es así, usted puede aprender a enfrentarlas, infórmese aquí…
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